INTRODUCCIÓN
El
presente trabajo aborda “vulnerabilidad de la víctima”, de aquéllas personas
que durante los años 2004 a 2006, tuvieron el infortunio de transitar por uno
de los cuatro distritos centrales de la Ciudad Capital de San José, a
saber: El Carmen, Catedral, Hospital y
Merced, y tener la amarga experiencia de convertirse en victima de uno de los
delitos contra la propiedad. Trataremos
de demostrar estadísticamente que la población vulnerable de estos delitos es
heterógenea, es decir, si bien todos aquéllas personas que transitan por la
ciudad de San José son vulnerables a ser víctimas de los delitos estudiados, lo
cierto es que hay características muy particulares que hacen que la
vulnerabilidad sea muchísimo mayor que otras.-
La selección se ha realizado pensando,
fundamentalmente, en que la seguridad ciudadana se ha convertido en un tema de
campaña de los candidatos de turno. No
obstante, cuando ascienden al poder, pese a que se convierten en políticas de
Estado, no se asignan los recursos suficientes para hacerle frente a la
problemática que encierra todo el tema, sino que normalmente, se destinan unas
cuántas plazas más y se alienta o apuesta por una profesionalización de la
policía, que no pasa de ser un simple discurso. Dado el muestreo de 11.700 casos, se
pretende obtener información mucho más representativa de lo que se está
viviendo en la ciudad capital de Costa Rica y con ello contribuir de alguna
manera, a prevenir los delitos.
A.-
Hipótesis:
La vulnerabilidad en
los delitos contra la propiedad se ven incrementada, fundamentalmente, porque
las víctimas son personas con poca capacidad de respuesta (debilidad corporal
del individuo o poca capacidad del individuo).-
B. Objetivos de investigación
Mi investigación estará
guiada por los siguientes objetivos generales y específicos, los cuales están
sujetos a modificaciones y cambios.
Objetivos generales:
1.- Determinar los rasgos que hacen que
determinadas personas sean más vulnerables a los delitos contra la propiedad.
2.- Analizar si las condiciones ambientales y
estructurales influyen en la vulnerabilidad de las personas en los delitos
contra la propiedad.-
Objetivos específicos:
1.1.- Identificar si la edad, el sexo, el estado
civil de las personas hace que aumente la vulnerabilidad para el tipo de delito
investigado.-
1.2.-
Determinar si la nacionalidad de las víctimas implica algún aumento de riesgo
de vulnerabilidad.-
2.1.- Identificar si la estructura o planificación
(estructuras victimógenas) de la ciudad incide sobre la vulnerabilidad.-
2.2.- Determinar las características de las áreas
criminógenas
Enfoque mixto; cuantitativo y cualitativo deductivo:
En la presente
investigación se utilizará tanto datos de medición numérica como descripciones y observaciones estamos
ante una investigación de tipo mixto, es decir cuantitativo y
cualitativo-deductivo, guiadas por áreas temáticas significativas para la
investigación. Por lo que desarrollaremos preguntas e hipótesis antes, durante
la investigación.-
Las fuentes de ideas para mi investigación:
Después de que a
mediados de la década de los 90 el país se vio envuelto en un creciente índice
delincuencial, principalmente en los delitos contra la propiedad, en la que
prosperaron los denominados “chapulines” en San José, y “teletubis” en Alajuela,
la seguridad ciudadana se convirtió en un tema político. Sin embargo,
más de una década después la preocupación por el tema sigue siendo
vigente.-
C. Preguntas de investigación
Para guiar la
investigación formulo algunas preguntas. A estas preguntas trataré
de dar respuesta dentro de la investigación y que muy probablemente las
encontraré en doctrina extranjera y nacional, fundamentalmente en texto sobre
filosofía y la teoría del Estado, desde luego en entrevistas y estadísticas
realizadas en la sociedad costarricense.
1.- Cuál es el área, de la ciudad
capital, criminógena de mayor
vulnerabilidad en delitos contra la propiedad.?
2.- Cuáles son los días y las horas en que se
ve incrementado la vulnerabilidad en dicha área.?
D. Justificación de la investigación
Identificar la
vulnerabilidad por sexo, edad, nacionalidad, día, hora, por estado civil, por
área geográfica nos hace comprender la población mayormente en riesgo en
delitos contra la propiedad y al menos
crear una conciencia multiplicadora de que es necesario comenzar a hacer algo
para mitigar, de alguna manera, el problema que toda esta problemática
presenta.-
La vulnerabilidad de victimas
Capitulo I.-: El surgimiento del Estado
A: Generalidades
B: Funciones
del Estado
Capitulo II.- Amplificadores
de desviación
A.- Irracionalidad del control estatal
B.- Deformación de la realidad
Vulnerabilidad de la víctima: Esto es, el riesgo asociado a toda
persona colectivos de personas
determinadas de convertirse en víctimas de ciertos delitos. Las investigaciones llevadas a cabo durante
los últimos lustros parecen haber podido constatar dos datos: en primer lugar, que existen algunos
factores objetivos determinantes de la específica vulnerabilidad o riesgo de las
personas en quienes concurran (situaciones criminógenas, cualidades y carencias
de tales individuos, estilos de vida, estereotipos sociales, etc.) en
segundo lugar, que los índices de victimización no se reparten de forma
homogénea en el cuerpo social, sino de modo muy desigual entre sus diversos
grupos y subgrupos. Algunos de ellos son
especialmente propensos a la victimización porque asumen riesgos superiores a
los de los restantes, lo que puede apreciarse, por ejemplo, en concretas
profesiones con relación a específicos delitos.
El grado de integración o marginación social de la persona (o grupo al
que ésta pertenece) y la mayor o menor proximidad y exposición al riesgo
derivada de su “estilo de vida” (vg. Contacto mayor o menor con extraños) son dos los factores en los que suelen
centrar su atención los estudios de victimización.
E todo caso, el riesgo de victimización es un riesgo
“diferencial”, no igual, ni homogéneo, ni uniforme. Y un riesgo “selectivo” asociado a ciertas
variables (y no producto del azar, de la casualidad). Según SEPAROVIC[1] el pronóstico de victimización depende
fundamentalmente de tres factores: a).- personales,
b).- sociales y c).- situacionales.
A).- Entre los primeros figurarían los estrictamente biológicos, como la
edad, el sexo o la salud, y factores psicológicos varios (vg., agresividad,
despreocupación, etc.). B).- de los
factores sociales destaca la actuación victimogenésica de la sociedad misma,
que victimiza a determinados grupos o minorías (inmigrantes, marginados, etc.
C).- Los situacionales harían referencia a la infraestructura urbana, ecología,
etc. Este
Un primer
criterio de distribución del riesgo de victimización es fundamentalmente
objetivo y situacional, porque deriva de las características de ciertas
estructuras victimógenas (ambientales, espaciales, urbanísticas, ecológicas,
etc.). Este factor fue ampliamente
estudiado por la Escuela de Chicago; la cual tuvo una experiencia muy
interesante en cuanto al crecimiento poblacional, toda vez que por allá de 1860
contaba con una población de 110.000 habitantes, por los problemas de
emigración masiva que experimentó, para 1910 contaba con 2.000.000, pero al
crecer la población creció la delincuencia en forma desmedida, tras generalizar
el empleo del método empírico de investigación de “campo” y técnicas estadísticas. Park, traslada el modelo ecológico a las
comunidades humanas, partiendo de un concreto modo de organización política de
la sociedad. Para él la ciudad no es un
mero ámbito geográfico, sino un organismo en el cual se aprecian áreas
naturales habitadas por tipos humanos
diferentes y distintos modos de
vida. Estos encuentran en la gran urbe
un ambiente favorable para desarrollar
sus disposiciones particulares.
Dentro de este centro de población encontramos momentos y
espacios en los que determinados grupos
de población corren un alto riesgo de convertirse en víctimas de ciertos
delitos.
Los estudios ecológicos y ambientales han llamado la
atención sobre el especial atractivo que tienen para el crimen determinadas
zonas de la gran ciudad “áreas criminales” o espacios físicos de la misma
(edificios de gran altura, ascensores, pasadizos, etc., precisamente por el
diseño arquitectónico o urbanístico.
factores como el número y clase de accesos al inmueble, puntos de
observación del mismo, posibilidad de identificar a los transeúntes del mismo,
funcionamiento de mecanismos de vigilancia y autoprotección, etc., influyen
decisivamente en las tasas de criminalidad.
Existen, pues “estructuras victimógenas”, situaciones objetivamente
peligrosas.[2]
Determinadas
circunstancias personales del individuo pueden hacerle también especialmente
abocado a la condición de la víctima: no
existe la víctima “nata”, pero sí la víctima
“propicia”
De manera que, las limitaciones físicas, psíquicas o
sociales pueden incrementar el grado de vulnerabilidad o riesgo de
victimización. Así, la debilidad
corporal del individuo, su escasa capacidad de defensa, poca decisión, el
atractivo de su conocido potencial económico, etc. La homosexualidad y el
lesbianismo contribuyeron también a concitar la agresividad social, proyectando
sobre ciertas minorías índices significados de victimización. Con relación a la clasificación citada por
Garcìa de Pablos de Molina; 1.- Personales: a lo largo de la presente investigación
llegamos a ciertos posiciones que consideramos inequívocas, al menos de
momento, y el primero es que algunos de estos supuestos no se pueden
estandarizar en todos los delitos, por cuanto en los delitos contra la
propiedad, en el período observado (2004 a 2006), en los cuatro distritos centrales de San José de Costa
Rica, a saber, El Carmen, Hospital, Merced y Catedral, se ha demostrado que
existe una mayor vulnerabilidad del hombre con un 71.7% (8390 casos), frente a
la mujer con un 27.4% (3212 casos), pero que también dicha vulnerabilidad se ve
incrementada cuando los rangos de edad la ubican con mayor fortaleza física, es
decir; mujeres con edades entre 21 y 30 años, para un total de 1.235;
correspondiéndole un porcentaje de un 38% y el hombre entre los 21 y 40, un
total de 4.779; con un porcentaje de un 57%.
Otro aspecto es 2).-
sociales: se logra demostrar,
es que existe un incremento en la vulnerabilidad de los extranjeros, pues
tenemos que del total de 11.700 que fueron víctimas de dichos delitos, 4004
fueron extranjeros, de los cuales 839 fueron nicaragüenses, 542
estadounidenses, 201 colombianos, 165 ingleses, 180 alemanes, 142 canadienses,
126 españoles, 102 suizos. 3.- situacionales:
Una de las características típicas de determinados
delitos, por ejemplo, es la atractiva y triunfadora imagen del autor. Así, en los de “cuello blanco”, este último
suele gozar de una excelente “tarjeta de presentación”. Esta premisa se puede apoyar con un trabajo
realizado por Vargas Trejos en el 2004, en el cual determina con fundamento en
una muestra de 657; habían sido víctima de un delito en el Gran Area
Metropolitana, 188; comerciantes y obreros, 145 profesionales, 199; amas de
casa, 125; inactivos[3].
Finalmente, el “estilo de vida” del individuo, según
recientes investigaciones empíricas, influye en la vulnerabilidad o riesgo de
victimización del mismo. Unas veces, de
modo directo o inmediato, ya que ofrece al delincuente oportunidades objetivas y
facilidades (vg. el aislamiento o la marginación social de la víctima). Otras, mediatas o indirectamente, a través de
ciertos estereotipos, imágenes y símbolos que operan en el proceso de
deliberación criminal o en el posterior de su racionalización y autojustificación por el propio infractor (técnicas de
neutralización).
En todo caso, la vulnerabilidad de la víctima potencial
depende de cómo se percibe su atractivo por el posible delincuente, más que de
su atractivo mismo objetivamente estimado.
El concepto de “estilo de vida”, desde un punto de vista
criminológico, hace referencia a las actividades rutinarias y cotidianas del
individuo, a sus pautas de conductas, ya en el ámbito profesional u
ocupacional, ya en el de mero esparcimiento.[4] El estilo de vida guarda estrecha relación
con dos factores decisivos: la
proximidad y la exposición al riesgo. Si
el estilo de vida de una persona –muy condicionado, por cierto, por la
estructura social y por las expectativas de rol y éstos, a su vez, por la edad,
el sexo, la profesión o el área de residencia de aquélla –implica un frecuente
e intenso contacto de la misma con personas desconocidas, en lugares públicos,
el riesgo de victimización será muy superior al de aquéllas otras personas cuyo
estilo de vida no las exponga a tales contactos stranger to stranger. Prueba de ello son las respectivas tasas de
victimización de jóvenes de núcleos urbanos y ancianos en medios rurales.
Pero así como los conceptos de vulnerabilidad de la
víctima –y otros semejantes. son conceptos estáticos, el de “estilo de vida” es
un concepto dinámico que apunta al proceso de interacción simbólica entre
delincuente y víctima y al correlativo aprendizaje que tal mecanismo de
comunicación implica.[5]
El individuo aprende a ser autor o víctima a través de complejos
procesos sociales de interacción simbólica.
El modo cambiante en que cada uno percibe la realidad, sus respectivas
actitudes y posturas, relaciones y comportamiento, así como la interpretación
que pueden hacer de las personalidades del infractor y de la víctima son
extremos decisivos en tales procesos de interacción.-
El impacto victimógeno
del “estilo de vida” puede producirse de maneras muy diferentes. Unas veces creando oportunidades propicias
para el infractor eventual, cuya labor se le facilita (vg., victima socialmente
marginada o víctima que hace ostentación de su riqueza, atrayendo la atención
del criminal). Otras, al implicar una
innecesaria asunción de riesgos por parte del individuo, que se involucra en
situaciones victimógenas. A menudo, la
propia victima lleva a cabo un comportamiento equívoco que, por chocar con los
estereotipos sociales, da pie a una errónea interpretación del mismo por el
delincuente. Y éste, al ejecutar el
hecho criminal, cree importante en el proceso de motivación del criminal,
puesto que las imágenes y definiciones de la víctima con que éste opera actúan
como técnicas de neutralización o de justificación del comportamiento
delictivo.
A las técnicas de
neutralización se ha hecho ya referencia a propósito de los delitos cometidos
en perjuicio de personas jurídicas o de aquellos otros que lesionan intereses
colectivos “difusos”. El infractor trate
proteger su imagen de sí mismo, deteriorada por la conducta delictiva, y de
neutralizar el complejo de culpa negando el carácter criminal de su conducta,
apelando a la ausencia de daño o lesión para persona determinada, argumentando
la inexistencia de “victima” alguna, culpabilizando a ésta o al propio sistema
responsabilizando a terceros. Tales
estrategias operan también en otras figuras delictivitas convenciones. Por ejemplo, en el delito de violación de una
prostituta el criminal aprovecha los estereotipos e imágenes sociales unidos al
estilo de vida de la víctima para autojustificar su crimen arguyendo que no
merece ésta la protección porque vende su cuerpo (negación de la víctima),
porque su oposición era meramente aparente (hecho consentido), porque se trata
de unas maniobra preconcebida para involucrar y perjudicar al supuesto infractor
(conversión del delincuente en víctima) etc.
En los pequeños hurtos de accesorios de vehículos de motor el infractor
invocará razonamientos semejantes para justificar, o al menos degradar, su
responsabilidad: la generalización de
comportamiento de dicha índole, prueba de tolerancia social (“todos hacen lo
mismo”) el tácito consentimiento del propietario (coche “abandonado”) la
ausencia de víctima y de daño “paga el seguro” , la justa compensación de otros
hurtos por él padecidos.
En cuanto al riesgo de
victimización de determinados grupos y colectivos de personas, como policías,
taxistas, encargados de restaurante y gasolineras, turistas y drogadictos,
etc., existen ya estudios de interés.
Los estudios sobre victimización permiten inferir que la
victimidad no se reparte homogéneamente entre todas las personas, i. e., no
todos tienen la misma capacidad para ser víctima.
Algunos estudios han permitido constatar dos datos: 1) la existencia de factores objetivos determinantes del riesgo y, 2) índices de victimización repartidos en forma desigual entre distintos grupos y subgrupos sociales.
Otros estudios indican que la mayor propensión a ser víctima depende de tres factores:
Algunos estudios han permitido constatar dos datos: 1) la existencia de factores objetivos determinantes del riesgo y, 2) índices de victimización repartidos en forma desigual entre distintos grupos y subgrupos sociales.
Otros estudios indican que la mayor propensión a ser víctima depende de tres factores:
Factores personales: entre los que figuran los estrictamente biológicos, como la edad, el sexo, la debilidad corporal, la escasa capacidad de defensa, la salud, etc., y los psicológicos, como la agresividad, la alienación, etc. En esta categoría, cabría incluir el factor "estilo de vida". Este concepto hace referencia a las actividades cotidianas del individuo y a sus pautas de conducta, tanto en el ámbito ocupacional como de esparcimiento.
Factores sociales: en los que es la misma sociedad la que victimiza a determinados grupos y minorías (marginados, inmigrantes, etc.)
Factores situacionales: en los que se tiene en cuenta la infraestructura urbana, ecológica, ambiental, etc. Determinados espacios tienen marcada influencia en el aumento del riesgo de victimización.
Dentro de la primera categoría se pone en evidencia que el estado de indefensión física se deriva, entre otros, de factores biológicos. Queremos poner de relieve, en forma especial, las variables edad, sexo y salud, que inexorablemente nos remiten a cuatro grupos de víctimas vulnerables: la variable edad contiene -en un extremo- a los niños, porque tienen menos posibilidades de buscar ayuda y protección frente a los delitos más comunes, como son el maltrato físico y sicológico, los abusos sexuales, el abandono, etc. En otro extremo encontramos a los ancianos, cuya escasa capacidad de defensa los hace más vulnerables frente a delitos como el hurto, robo, abandono, etc. En cuanto a la variable sexo, obviamente nos referimos a la mujer, cuya vulnerabilidad está dada frente al maltrato -especialmente en los casos de violencia conyugal- y al abuso sexual. Por último, dentro de la variable salud, interesa el mayor riesgo que asumen los discapacitados en un rango de delitos similar a los anteriores.
Otras investigaciones agregan, independientemente de los factores personales, sociales o situacionales, la vulnerabilidad de la víctima de hechos violentos en el ámbito familiar. En este caso, la víctima integra el mismo grupo familiar que el autor y es precisamente por esa circunstancia que resulta vulnerable.
Los factores situacionales
de orden general.
Según
la concepción de Seeling[6], la influencia del ambiente del hecho es considerable en el
desenvolvimiento del acto porque actúa sea obstaculizándolo, sea
estimulándolo. Indudablemente, precisa,
tal instigación el medio, para ser eficaz, debe encontrar una disposición
correspondiente en el individuo y su acción varía según el tipo de individuo que la sufre; pero el
destino y el azar tiene frecuentemente un papel decisivo en este encuentro
entre el hombre y la instigación del ambiente.
Entre los principales factores del medio del hecho coloca
Seeling los factores económicos, es decir, la miseria, el desempleo, las
posibilidades de enriquecimiento en tal o cual rama; los trastornos de la vida
amorosa, y las tentaciones sexuales; la existencia de una víctima designada; la
provocación por los adversarios o las autoridades; el alcohol, cuyo consumo
aumenta según los dìas de pago en la ciudad y la costumbre de reunirse en los
cafés en el campo; las excitaciones que provocan emociones intensas, la
seducción y el ejemplo.
Panorama de factores
situacionales.
Seeling establece reglas de oro de las siete puntos delos
criminales que son: ¿quién?, ¿qué?,
¿dónde?, ¿con qué?, ¿porqué?, ¿cómo? Y ¿cuàndo?.
Hay que considerar también el objeto del delito: ciertos
objetos son más ventajosos que otros para apropiárselos, en razón de sus
dimensiones –facilidad de disimulación-, su exposición, su concentración o aun
de su interés económico –alimentos durante los períodos de crisis, dinero en
efectivo en períodos de estabilidad monetaria.
Hay que tomar en cuenta el lugar. Los sitios aislados, poco frecuentados, mal
iluminados, de difícil acceso, facilitan la perpetración y la disimulación de
los delitos. De la misma manera, todos
los lugares de reunión favorecen los robos especializados y las manifestaciones
agresivas aisladas.
El instrumento del delito constituye un cuarto factor
situacional. Conviene tomar en
consideración la mayo o menor facilidad para procurárselo, su funcionamiento
regular, las aptitudes del sujeto para servirse de él.
Los motivos que guían a quien actúa y a los móviles que
lo impulsan a la acción; pueden estar relacionados con la vida económica,
sexual o afectiva.
Las modalidades de ejecución del delito están contenidas,
al menos virtualmente, en la situación.
Así, a las situaciones no específicas corresponden técnicas delictivas
definidas. En las situaciones
específicas, por el contrario, las modalidades de ejecución dependen
ampliamente de las circunstancias.
Ello ocurre cuando, por ejemplo, el azar coloca de
improviso al sujeto ante una ocasión de delincuencias: descubrimiento de un portamonedas perdido en
un lugar solitario, error de un empleado de banco que al cambiar dinero o pagar
un cheque entrega un billete de más, descuido de un cobrador de transporte que
omite pedir el ticket a un viajero, el cual tiene así la oportunidad de
economizarlo. Algunas veces esas
ocasiones estímulo pueden ser el origen de actos más graves: el hijo abnegado que ha asistido a su padre y
que una vez muerto éste descubre un testamento que favorece a una antigua amiga
y lo destruye sin vacilación. Todas esas
ocasiones-estímulo tienen como efecto desencadenar, a la vez, el impulso hacia
el delito y hacer extremadamente fácil la ejecución (ni visto ni cogido).
El momento del delito, finalmente, se inscribe también en
el marco de los factores situacionales.
Podríamos considerar aquí el microclima en el cual intervienen el
delito, asì como la influencia del mundo circundante por incitación directa o
indirecta.
Esos son los principales factores situaciones, entre
ellos merecen una atención especial los relativos a la víctima.
Victimología: La
víctima constituye un elemento esencial de la situación precriminal. Exner. Lomberg E. De Greeff han llamado la
atención sobre este hecho. Después, von
Hentig, Ellenberger, Mendelsohn, Wolfgang Cornil, han consagrado trabajados
particulares a la temática de la victimología.
Dentro de ellos, la obra de von Hentig, Thecriminal and his victim,
aparecida en 1948, representa un importante esfuerzo de sistematización.-
Es posible exponer sus principales aspectos
enfocando sucesivamente los conceptos
que presiden la determinación de las relaciones del delincuente y su víctima,
sus modalidades, sus factores y sus mecanismos.
Los conceptos elaborados por von Hentig son los
decriminal-víctima, víctima latente y relación específica criminal-víctima.
a).-
Delincuente-víctima. Bajo este
vocablo de criminal-víctima se clasifican una serie de casos en los cuales el
sujeto puede llegar a ser delincuente o víctima, en razón delas
circunstancias. Es así que un sujeto
puede ser sucesivamente delincuente o víctima, o lo contrario (con frecuencia
el niño maltratado llega a ser delincuente, el detenido liberado puede ser
explotado por sus patronos). Asimismo,
un sujeto puede ser delincuente y vìctima simultáneamente (en las riñas y los
accidentes de circulación, el azar es determinante para decidir quién será
delincuente y quién vìctima). Finalmente,
un aspecto desconocido de la personalidad puede manifestarse bruscamente,
transformado un individuo en delincuente o víctima (especialmente en las
grandes perturbaciones sociales).
Este concepto tiene la ventaja de oponer una posición más
elástica y matizada alas visiones
simplistas sobre la distinción del delincuente y la víctima.-
b).- La víctima latente En sus significado más
general, el concepto de víctima latente recubre los sujetos que revelan una
disposición permanente e inconsciente para representar el papel de víctima; por
ello, atrae a los delincuentes, como las ovejas atraen a los lobos.
Entre esos sujetos colocamos aquellos dominados por
tendencias masoquistas y autopunitivas y aquellos cuya psicología acusa un
cierto desinterés por la vida. Hay que
citar también los sujetos que, habiendo tenido mucha suerte, experimentan un
vago sentimiento de culpabilidad y, sintiéndose espiados por los demás, se
defienden mal como consecuencia de una autoafirmación insuficiente (síndrome de
Abel).
El concepto de víctima latente evoca el de criminal nato
y en estas condiciones no deben sorprender el oír hablar de “víctima
reincidente” y “víctima nata”.
La analogía que se establece así con el concepto de
criminal-nato no deja de tener sus peligros.
En efectos, sabemos que la doctrina ciminológica es reservada en lo que
concierne a la existencia de un tipo particular de hombre criminal que
constituya una variedad antropológica especializada. Por las mismas razones, debe mostrarse
prudente respecto al concepto de víctima-nata.
Cuando, por el contrario, se habla de víctima latente, teniendo a la
vista simplemente la posibilidad de diferencias de grado relativas a la aptitud
de llegar a ser víctima, nos referimos a una realidad concreta conforme a los
datos de la experiencia.-
C).- Relación específica delincuente-víctima. Para elaborar este concepto, von Hentig se
refirió a las relaciones de reciprocidad que existen, en ciertos casos, entre
el delincuente y la víctima. Es así que
existen, en ciertos casos, entre el delincuente y la víctima. Es así que una atracción recíproca puede
descansar también en una herencia similar (relación genobiológica).-
Modalidades de las
relaciones del delincuente y su víctima:
Las tres
grandes categorías de situaciones precriminales en las cuales se establecen las
relaciones del delincuente y de su víctima, son las situaciones específicas, no
específicas e intermediarias.
a).- Las modalidades de relación del delincuente y su
víctima en el marco de las situaciones específicas. Las situaciones específicas o peligrosas son
aquéllas en las cuales la ocasión está implacablemente presente. El presunto delincuente no necesita
suscitarla o provocarla. El papel de la
víctima que produce el desencadenamiento del delito es tan conocido y desde
hace tanto tiempo.
b).- Las
modalidades de relación del delincuente y su víctima en el marco de las
situaciones no específicas. Aquí, la
ocasión es buscada por el delincuente; en esa búsqueda, a veces es importante
la toma en consideración de la vìctima.
Es así en el chantaje, en el cual se ve el chantajista gozar como el
cazador persiguiendo su presa, mientras que la vìcitma saborea su angustia y
sus tomentos. Ergo, víctima que espera
una ganancia deshonesta.
c).- La modalidades de relación del delincuente y su
víctima en el marco de las situaciones intermedias. El ejemplo tipo es el delincuente sometido al
chantaje de sus cómplices, o explotando por personas que están en regla con la
ley.
Factores que influencian las relaciones del delincuente y
su victima.
De tipo biológico y social.
1.- Entre los factores biológicos hay que citar
la edad, el sexo, los estados psicopatológicos.
a).- En
lo que concierne ala edad se observa que la vida humana comienza con el peligro
de una pronta muerte por infanticidio.
La infancia está expuesta, sobre todo en las clases pobres, a los malos
tratos, la explotación, los delitos sexuales.
La adolescencia está sometida a las incitaciones. La vejez está expuesta al despojo y al homicidio.
b).- El sexo es también un factor importante. Se han señalado las tendencias al masoquismo
en las prostitutas, en las mujeres que son presa de un chantajista.
Inversamente, el hombre con el corazón destrozado, el viudo inconsolable,
estaban expuestos antes de las maniobras de las prostitutas de los aeropuertos.
c).- Sabemos
que, desde el punto de vista psicopatológico y patológico, los débiles mentales
están expuestos a ser explotados, seducidos.
Entre los caracteriales también peligran aquellos de acusada
inestabilidad. Lo mismo suceden con
respecto a los alcohólicos, puede ser robado, seducido o asesinado más
fácilmente que cualquier otro.
2.- En lo que concierne a los factores
sociales, hay que considerar el oficio y la situación social.
a).- El oficio
implica peligros diferentes, según la profesión. Roesner estudió estadísticamente el peligro
que corren los comerciantes establecidos por su cuenta, los negociantes, los
empresarios de transporte, los hoteleros, de ser asesinados.
Vulnerabilidad de la victima y
riesgo de victimización: particular referencia a la vctimización psicológica y
sus variables.
Los factores de vulnerabilidad
de víctima adquieren una relevancia decisiva en orden al análisis del riesgo de
victimización –que es, siempre, un riesgo diferencial-, y se comportan como
modulares entre el hecho delictivo y el daño psíquico (psíquico o
socioeconómico). Dichos factores
reclaman un estudio individualizado persona a persona, y han de estudiarse en
relación a cada tipo concreto de delito.
Pues la vìctima potencial exhibe un riesgo mayor o menor, es más o menos
vulnerable, con relación a determinados sucesos y no a otros. No existe un riesgo genérico ni homogéneo
sino un riesgo diferencial que varìa con cada persona y delito. Por ello, ante hechos similares, unas
víctimas reaccionan y afrontan los mismos de forma adaptativa, y otras, la
hacen traumáticamente.-
Autores como Esbec Rodríguez y Gómez Jarabo G, indican que conceptualmente, no deben
confundirse los factores de riesgo (especial predisposición de algunas personas
para seducir al criminal) con el grado de vulnerabilidad (física, psíquica o
socieconómica) que, aun cuando preexista al momento de la victimización entre
en escena una vez acaecida ésta, favoreciendo la producción de trastorno o
secuelas derivados del hecho
criminal. No obstante, en la medida que
la percepción por el infractor de la “vulnerabilidad” de su víctima propicia el
“paso al acto” los factores de vulnerabilidad pueden considerarse en bloque,
como “elementos de riesgo”, por más que se trate de conceptos distintos.
Son muchos y diversos los factores de vulnerabilidad que
se conjugan en la víctima. Se citan
entre otros, 1).- biológicos; sexo, edad, 2).- sociales: recursos laborales, económicos, apoyo social
informal, habilidades sociales, 3).-
ciertas dimensiones de la personalidad; ansiedad, locus de control
externo, inestabilidad, impulsividad, etc.
Algunos estudios establecen una mayor vulnerabilidad
psíquica autoinformada de la mujer frente al varón.-
También, el bajo nivel de inteligencia y un historial de
dificultades escolaridad-educativas.
Lo mismo se afirma del “locus de control externo” es más vulnerable la vícitma que tiene la
sensación de ejercer un pobre dominio o control de la situación y que atribuye
siempre los acontecimientos a otras fuerzas, a terceros (destino, fatalidad,,
etc.) por negar relevancia a sus propias acciones.-
La
lesión psíquica:
Las lesiones psíquicas màs frecuentes son los cuadros
mixtos ansioso-depresivos, el trastorno por estrés post-traumático y el
trastorno por estrés agudo, los trastornos adaptativos mixtos y la
desestabilización propia de los trastornos de la personalidad de base.
La victimización psíquica en los delitos violentos, en
general, es un problema grave cuyos efectos conoce y valora una matizada experiencia empírica. La victima de estos hechos criminales padece
sentimientos de humillación, ira, vergüenza e impotencia; preocupación
constante por el trauma; autoculpabilización, con tendencia a revivir y
percibir el suceso como responsable principal del mismo; pérdida progresiva de
autoconfianza por los sentimientos de indefensión que experimentan; alteración
del sistema de valores, en particular, quiebra de su confianza en los demás y
en la existencia de un orden justo; falta de interés y motivación hacia
actividades y aficiones previas; incremento de su vulnerabilidad con temor a
vivir en un mundo peligroso y pérdida de control de su propia vida; disminución
de la autoestima; ansiedad, depresión, agresividad, alteraciones del ritmo y
contenido del sueño, disfunciones sexuales; dependencia y aislamiento; cambios
drásticos en el estilo de vida, miedo a acudir a los lugares de costumbre, etc.
Delitos contra la propiedad: En general, puede afirmarse que las secuelas
psicológicas de estos delitos carecen de evaluaciones empíricas rigurosas.
Algunas investigaciones demuestran que la vivencia de ser
atracado puede resultar dramática para
el psiquismo de la víctima: entre un 10
y un 30% de los trabajadores víctimas de un atraco a mano armada desarrollan un
trastorno de estrés postraumático TPET.
No menos pesimistas son los hallazgos de estudios europeos a propósito
de robos en domicilios: aún sin existir
contacto personal directo entre víctima y victimario, son importantes, e
incluso duraderos. Los problemas emocionales (temor, sensación de
desprotección, etc.). que acusa aquella
como consecuencia del delito. Otras
investigaciones concluyen que un 10% de las víctimas de robos con violencia e
intimidación o fuerza en las cosas padece, como secuela, un daño psíquico
duradero.
BIBLIOGRAFÍA
GARCIA PABLOS DE
MOLINA Antonio, Tratado de Criminología, 2 edic., Valencia, Edit. Tirant lo
blanch, 1999. pag. 125
JEAN PINATEL, Tratado de criminología, 2 edic. Traducido por
Ximena Rodríguez de Canestri, Universidad Central de Venezuela, 1984, pag.
490.-
[1] Victimology.
Studies of Victims, 1985, Zagreb
Cfr. JOUTSEN, M., Therole of the victim, cit. pág. 87
[2] SCHNEIDER H. J. Kriminologie, cit. pág. 761
[3]
VARGAS TREJOS, Yendry, Caracterizaciòn del ambiente urbano: factores asociados a la inseguridad ciudadana
en vecindarios del Gran Area Metropolina de Costa Rica, 2004, Trabajo Final
de Graduación, Escuela de Estadística para optar por el grado de Master en
Población y Salud, Universidad de Costa Rica.
[4] HINDELANG MJ. Victimization Surveying. Theory and Research, en: The Victim in Internacional Perspectiva,
Berlin 1982, pags. 151
[5] FATTAH, E.A., Recent theretical Developments
in Victimology, en Victimology, 1971, pag. 201
[6] Seeling, Traté de
crimologie, pag. 186.
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